jueves, 19 de noviembre de 2009

PI


Si tuviese que hablar sobre una de las películas más complejas que he visto en mi vida, sin duda Pi estaría dentro de esa lista. La película empieza en un cúmulo de complejidades para llevar al protagonista a la más absoluta simplicidad al final de la cinta.

La película esta sujeta a muchas interpretaciones, personalmente os daré la mía y la que creo que está más encaminada. El final está sujeto a una simplificación de la vida. Después de estar deliberando, sufriendo por hallar la verdad, el matemático llega a la conclusión de que debe simplificar su vida, no puede continuar con los intensos dolores de cabeza, los pinchazos y la persecución. Por ello, deja que la formula se quede en el olvido, y eso solo se puede hacer borrándola de su memoria. La conclusión creo (y es arriesgado decirlo) es ir en contra de la frase del filosofo John Stuart Mild

"Mas vale ser un Sócrates insatisfecho, que un cerdo satisfecho"

El genio renuncia a su saber por una mejor calidad de vida.

"Pi" es elogiable por muchos motivos y el primero de ellos es reconocer la temeridad de su creador a la hora de poner en imágenes un tema, a priori, tan árido como puedan ser las relaciones de un matemático desequilibrado con el medio que le rodea y su progresiva e irremediable obsesión con la teoría de los números. Aronofsky encuentra el contrapunto a lo arriesgado de la trama empleando el medio más cercano al espectador: dando a su obra aspecto de thriller de ciencia ficción (con lo que compone una excelente pareja con "Cube", otra gran película de mínimo presupuesto)

"Pi" es una película plagada de imágenes evocadoras y que logra reflejar de forma magistral una existencia enfermiza, obsesiva y autodestructiva plasmada en un contundente blanco y negro y acompañada de una banda sonora que, combinada con las imágenes, funciona como un fármaco sónico. Es cierto que algunos episodios son tratados de forma algo esperpéntica y que no todo el público entra en el juego que propone su director. A algunos "Pi" les parecerá un ejercicio de simpática pedantería, pero por lo que a mí respecta supone profundizar en la búsqueda de explicaciones alternativas a la realidad.

Darren Aronofsky, ayudado por la interpretación de Sean Gullete, consigue aquí un retrato cercano a la representación de la violencia psíquica y que plantea la no por sabida menos interesante teoría de la perdida de conocimiento, la estulticia casi, como método para alcanzar si bien no la perfección sí la felicidad. Por cierto: 3,1415926535... un número tan infinito e irracional como la imaginación del hombre.

Por ultimo recomendar otra gra película, "Requie for a dream", dirigida tambien por Darren Aronofsky y que logra penetrar en lo mas profundo de uno mismo haciendo el espectador participe de la angustia.

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