La observación es un proceso consciente en el que hacemos uso de nuestros sentidos para adquirir información. Según la concepción constructivista del aprendizaje, observar no es absorber información como una esponja absorbe agua, sino una labor de selección, influida por nuestras expectativas y conocimientos previos. Si pedimos a un físico y a un artista que miren el cielo al mismo tiempo, los dos observarán distintas cosas. El físico hablará del proceso de formación de las estrellas, del tiempo y el espacio, mientras que un artista pensará en la forma y el color de las nubes, y en las imágenes visuales que le inspiran.
La idea de realizar un observatorio ornitológico, una pieza tan singular y eminentemente paisajística en un entorno urbano tan consolidado, parte del promotor que propone varias localizaciones dentro una zona de singular belleza. Tras un minucioso estudio fotográfico de encuadres, se eligió la ubicación que considerábamos más idónea, entre otras razones, por tratarse de un punto estratégico para la observación pormenorizada de gran cantidad de aves migratorias sin necesidad de alterar su hábitat natural. Solo restaba situarse entre dos magníficos ejemplares arbóreos para conseguir que el volumen construido se integrara plenamente en la propia vegetación de ribera como un elemento más. La elección del material para su ejecución parecía evidente. La madera resultaba el componente constructivo más interesante.
El anteproyecto se planteó como un ejercicio conceptual de proyectos de cuarto curso de la Escuela Superior de Arte y Arquitectura de la Universidad Europea de Madrid, promovido por sus profesores José Luís Esteban Penelas y Manuel Fonseca Gallego, recibiendo una gran acogida por parte de los alumnos al tratarse de un proyecto realmente ejecutable y arrojando unos resultados excepcionales por la magnífica calidad de los trabajos. Una vez seleccionadas las dos propuestas presentadas mas adecuadas, se procedió a tutorizar un trabajo conjunto que derivó en la actuación que se presenta.
El concepto fundamental se basa en considerar el elemento como una gran viga cajón delimitada por cuatro planos, el inferior horizontal y los restantes conformados por superficies regladas. La composición constructiva de estos planos se configura con tablones de madera irregularmente dispuestos, cubriendo parcialmente la superficie a modo de “vendas”, de manera que nos sumerja en el onírico mundo de los nidos y recree esa atmósfera irreal con sus juegos interiores de luces y sombras.
La pieza se apoya en el borde superior de la ladera y atraviesa en potente voladizo (12 m aprox.) la masa forestal para asomar sorpresivamente entre la vegetación, ganando la vertical del borde del río.
Originariamente, la zona de implantación del observatorio no era accesible al público, quedando delimitada por una balaustrada y existiendo un desnivel de aproximadamente 5 metros entre el pavimento del paseo y el caudal normal del río Ebro. Por ello la actuación también contempla la construcción de una pasarela de acceso paralela al río, fusionándose con el propio objeto e introduciendo la continuidad exterior-interior a través de la propia madera que se convierte en único y exclusivo protagonista constructivo.
La estructura principal (cuatro jácenas, las diagonales y las traviesas) está realizada con madera laminada de pino silvestre, clase resistente GL28c, procedente de bosques gestionados de manera sostenible con certificado PEFC. Los rastreles y tablas están ejecutados con madera de pino de clase C24. Toda la madera esta tratada en autoclave con el producto Celure AC-800 para una clase de riesgo III.
La forma estructural produce 40 nudos singulares con ángulos de encuentro diferentes, resueltos mediante piezas de unión y tornillería de acero galvanizado en caliente posteriormente pintados. Tirafondos con tratamiento dacromet para exteriores.
Los cuatro puntos de apoyo de la estructura se resuelven con articulaciones verdaderas sobre dos encepados, unidos mediante dos vigas centradoras, con micropilotes de 200 mm a 8 metros de profundidad.
El pavimento consiste en unos durmientes de madera sobre los cuales apoyan tablas de madera de pino de 200×40 mm tratadas de la misma manera, quedando separadas entre si 1 cm. En el interior del observatorio se coloca de la misma manera apoyándose sobre los rastreles de la propia estructura.
Se envuelve exteriormente con tablas de madera de 200×20mm dispuestas aleatoriamente en aparente desorden, permitiendo una visión focalizada y sectorizada de los distintos tramos del río y disminuyendo de sección según se avanza hasta el punto final. Tanto este elemento como la barandilla interior exigieron un fino trabajo de carpintería, algo poco habitual para una empresa de montaje de estructuras de madera pero que no supuso dificultad añadida.
La estructura fue totalmente modelizada y dibujada en 3D, tanto para su definición como para el cálculo, de manera que mediante un sistema de control numérico cada pieza fuese transportada a obra totalmente acabada y etiquetada. Así su ensamblaje a pie de obra fue rápido, limpio y eficaz, colocándose después de un golpe de grúa en su emplazamiento definitivo.
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